La izquierda real que México no conoce …  Por: Jesús Alfonso Durán López

En el debate público mexicano existe una gran confusión: la palabra “izquierda” se utiliza para describir proyectos políticos que poco tienen que ver con lo que históricamente significa. En muchos países, la izquierda real (particularmente en su vertiente socialdemócrata) ha sido sinónimo de instituciones sólidas, sistemas de bienestar estables y una política fiscal progresiva. Pero en México, ese concepto se ha desdibujado y confundido con modelos populistas que reducen la política social a la entrega de dinero en efectivo, sin estrategia de largo plazo.

La socialdemocracia es una corriente política que ha gobernado países enteros en Europa y América Latina con resultados medibles. Pensemos en los modelos nórdicos o en la experiencia chilena durante los gobiernos de la Concertación: ahí se construyeron sistemas de salud y educación robustos, se aplicaron impuestos progresivos que redistribuyen riqueza y se consolidaron democracias que respetan derechos y libertades. No son utopías: son proyectos que entendieron que la justicia social se logra con instituciones fuertes, no con ocurrencias.

En contraste, lo que hoy vivimos en México bajo el discurso de una supuesta “izquierda” no es otra cosa que populismo. Un populismo que reparte dinero a diestra y siniestra, que construye clientelas políticas y que utiliza la retórica de “primero los pobres” sin transformar las condiciones estructurales que generan pobreza. El populismo no apuesta por la progresividad fiscal, no toca los privilegios de quienes más tienen, y mucho menos construye un sistema universal de bienestar. Se conforma con el reparto inmediato, con el aplauso fácil, con la ilusión de justicia social.

Lo más preocupante es que la sociedad mexicana en general desconoce qué significa la socialdemocracia. Por décadas, nuestro debate político ha estado polarizado entre conservadurismo y populismo, dejando de lado a la verdadera izquierda democrática y progresista. Esto explica por qué muchos creen que el actual gobierno es “de izquierda”: porque el reparto de dinero y los programas clientelares han sido confundidos con políticas sociales de bienestar. Y esa confusión erosiona la posibilidad de construir un proyecto serio de izquierda en México.

La izquierda real (la socialdemocracia) entiende que gobernar no es repartir, sino equilibrar libertades individuales con igualdad social; que el Estado debe ser fuerte, pero también democrático; que la justicia social requiere de impuestos progresivos, inversión en educación, salud y empleo digno. Una izquierda así no se dedica a centralizar poder ni a polarizar a la sociedad, sino a tender puentes y a consolidar instituciones que trascienden sexenios.

México necesita con urgencia una izquierda moderna y socialdemócrata que supere al populismo. Una izquierda que no se conforme con repartir dinero, sino que construya futuro; que no viva del discurso de los pobres, sino que los saque de la pobreza; que no vea en la polarización un método de gobierno, sino en la igualdad de oportunidades un proyecto de nación.

La tarea es clara: desenmascarar al populismo que se disfraza de izquierda y recuperar la visión socialdemócrata como alternativa real para México. Una visión que no solo prometa cambios, sino que los haga posibles con responsabilidad, justicia y democracia.

Lo anterior es la opinión a contra pelo de su servidor, se vale disentir.

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