PUNTA DE LANZA. ENTRE PANCHO, CHANO Y CHENTE… Por Armando Ojeda.

La violencia no se quiere marchar de nuestra hermosa tierra, se lamentaba Pancho en tono lastimoso, frente a un grupo de sus amigos. 

“Tienes razón, pareciera que la violencia está de romance con Mexico y sus Estados, incluyendo Sinaloa, el nuestro”, agregaba “Chano”.

Intrigado y  desconcertado, “Chente” otro integrante de aquel grupúsculo de campesinos dialogantes,  pidió una explicación a sus amigos.

Quería saber, por qué decir que la violencia se ha enamorado de nuestros pueblos, y que por tal motivo se resiste a irse hacia otros confines de la tierra.

“Pancho” pide entonces la palabra para exponer a “Chano” y “Chente”  su explicación respecto al metafórico romance entre la violencia y nuestros pueblos.

“Es que, queridos amigos, no podemos negar que nuestra labor de chaperones en la vieja amistad, luego romance, y posterior noviazgo surgido desde hace muchas décadas entre la violencia Narca y sociedad, ha sido un hecho real y sobresaliente. 

¿Tratas de insinuar que hemos sido algo así como unos discretos complices o alcahuetes de los narcos?, interrumpe“Chano”.

“En México, responde el aludido, gran parte de la sociedad, históricamente hemos actuado pasivamente frente a cualquier hecho o circunstancia que ocurra en nuestro entorno, sin importarnos la repercusión a futuro que pudiera tener en nuestras vidas”. 

Y es que, lo que no me pega no me duele, solemos decir, suposición que pudiera ser un tremendo autoengaño.

“Hemos sido por muchos años una sociedad marcada por la banalidad, no solo tolerando, sino ponderando un mal, que equivocadamente pensamos era asunto ajeno, y nunca nos tocaría.

En ese punto de la exposición, Pancho aclara; No se trata de decir que la sociedad ama el mal, si no de dar a entender, que la maldad no siempre se presenta mostrando el horrible rostro de un monstruo o demonio.

Muchas veces el multicitado mal, de manera astuta se muestra atractivo, dulce, comprensivo, solidario y humanitario ante la gente y nos engaña, logrando nuestra aceptación.

Y es precisamente de ese rostro enmascarado de inofensiva belleza y bondad, del que nos hemos encantado, al grado de convertirnos en una especie de chambelanes, alcahuetes y zalameros, dando pauta al romance entre violencia y sociedad.

Lo terrible de las cosas, es que hoy, aquel ente bello y seductor, dejo atrás esa apariencia, mostrando su verdadera identidad.

 Ha sacado sus garras escondidas, convirtiendo a sus chambelanes en sus rehenes y víctimas del terror que se vive.

Es lamentable aceptarlo, pero creo que hemos sido conquistados, colonizados y sometidos por una violencia a la que nosotros mismos, a través de décadas de amistosa y descuidada complicidad, cobijamos y fortalecimos, creyendo ingenuamente en la veracidad del rostro bonito, alegre, amable y muchas veces solidario con los problemas sociales de los pueblos.

Hoy, los chambelanes, ya no reimos, cantamos ni bailamos, porque estamos asustados de balaceras que dejan muertos y heridos por todas partes.

Y ahora todos, tras cada acto violento que nos toca vivir, lanzamos la rigurosa  pregunta mirando al cielo… ¿Dios santo, hasta cuando se terminara  esto?.

Tras la explicación del viejo “Pancho”, “Chano” y “Chente”, se miraron entre sí, en evidente aceptación de la realidad por su amigo asentada. 

Sin embargo, inquieto como siempre había sido,  lanza “Chano” su interesante pregunta.

“Oye, “Pancho” con tu explicación, acaso nos quieres dar a entender que los culpables de la violencia somos los ciudadanos y no las autoridades de los tres niveles de gobierno?.

“No señor… Lo que yo trato decir, es que la violencia generada por el narcotráfico proviene desde varias décadas de complicidades y corruptelas entre criminales y gobiernos, y desde luego, discretamente tolerados y aceptados por la misma ciudadanía.

Es evidente que la actual guerra entre grupos adversarios del “Narco” es responsabilidad del gobierno actual, pero, cierto es también, que muy poco lograran los gobernantes con su pura fuerza y voluntad…

“En el reparto de responsabilidades hay que hacer uso de los pronombres personales, es decir, dejar asentado, que lo que nos pasa en materia de la violencia Narca,  culpable soy Yo, Tu, El, Nosotros, Vosotros y Ellos… Es decir, la responsabilidad es compartida…  Y, aunque de manera oficial es asunto obligado del Gobierno, también  a los ciudadanos nos toca cargar una parte del pesado paquete… Nos veremos enseguidita.

         PUNTA DE LANZA.

ENTRE PANCHO, CHANO Y CHENTE.

Por Armando Ojeda.

La violencia no se quiere marchar de nuestra hermosa tierra, se lamentaba Pancho en tono lastimoso, frente a un grupo de sus amigos. 

“Tienes razón, pareciera que la violencia está de romance con Mexico y sus Estados, incluyendo Sinaloa, el nuestro”, agregaba “Chano”.

Intrigado y  desconcertado, “Chente” otro integrante de aquel grupúsculo de campesinos dialogantes,  pidió una explicación a sus amigos.

Quería saber, por qué decir que la violencia se ha enamorado de nuestros pueblos, y que por tal motivo se resiste a irse hacia otros confines de la tierra.

“Pancho” pide entonces la palabra para exponer a “Chano” y “Chente”  su explicación respecto al metafórico romance entre la violencia y nuestros pueblos.

“Es que, queridos amigos, no podemos negar que nuestra labor de chaperones en la vieja amistad, luego romance, y posterior noviazgo surgido desde hace muchas décadas entre la violencia Narca y sociedad, ha sido un hecho real y sobresaliente. 

¿Tratas de insinuar que hemos sido algo así como unos discretos complices o alcahuetes de los narcos?, interrumpe“Chano”.

“En México, responde el aludido, gran parte de la sociedad, históricamente hemos actuado pasivamente frente a cualquier hecho o circunstancia que ocurra en nuestro entorno, sin importarnos la repercusión a futuro que pudiera tener en nuestras vidas”. 

Y es que, lo que no me pega no me duele, solemos decir, suposición que pudiera ser un tremendo autoengaño.

“Hemos sido por muchos años una sociedad marcada por la banalidad, no solo tolerando, sino ponderando un mal, que equivocadamente pensamos era asunto ajeno, y nunca nos tocaría.

En ese punto de la exposición, Pancho aclara; No se trata de decir que la sociedad ama el mal, si no de dar a entender, que la maldad no siempre se presenta mostrando el horrible rostro de un monstruo o demonio.

Muchas veces el multicitado mal, de manera astuta se muestra atractivo, dulce, comprensivo, solidario y humanitario ante la gente y nos engaña, logrando nuestra aceptación.

Y es precisamente de ese rostro enmascarado de inofensiva belleza y bondad, del que nos hemos encantado, al grado de convertirnos en una especie de chambelanes, alcahuetes y zalameros, dando pauta al romance entre violencia y sociedad.

Lo terrible de las cosas, es que hoy, aquel ente bello y seductor, dejo atrás esa apariencia, mostrando su verdadera identidad.

 Ha sacado sus garras escondidas, convirtiendo a sus chambelanes en sus rehenes y víctimas del terror que se vive.

Es lamentable aceptarlo, pero creo que hemos sido conquistados, colonizados y sometidos por una violencia a la que nosotros mismos, a través de décadas de amistosa y descuidada complicidad, cobijamos y fortalecimos, creyendo ingenuamente en la veracidad del rostro bonito, alegre, amable y muchas veces solidario con los problemas sociales de los pueblos.

Hoy, los chambelanes, ya no reimos, cantamos ni bailamos, porque estamos asustados de balaceras que dejan muertos y heridos por todas partes.

Y ahora todos, tras cada acto violento que nos toca vivir, lanzamos la rigurosa  pregunta mirando al cielo… ¿Dios santo, hasta cuando se terminara  esto?.

Tras la explicación del viejo “Pancho”, “Chano” y “Chente”, se miraron entre sí, en evidente aceptación de la realidad por su amigo asentada. 

Sin embargo, inquieto como siempre había sido,  lanza “Chano” su interesante pregunta.

“Oye, “Pancho” con tu explicación, acaso nos quieres dar a entender que los culpables de la violencia somos los ciudadanos y no las autoridades de los tres niveles de gobierno?.

“No señor… Lo que yo trato decir, es que la violencia generada por el narcotráfico proviene desde varias décadas de complicidades y corruptelas entre criminales y gobiernos, y desde luego, discretamente tolerados y aceptados por la misma ciudadanía.

Es evidente que la actual guerra entre grupos adversarios del “Narco” es responsabilidad del gobierno actual, pero, cierto es también, que muy poco lograran los gobernantes con su pura fuerza y voluntad…

“En el reparto de responsabilidades hay que hacer uso de los pronombres personales, es decir, dejar asentado, que lo que nos pasa en materia de la violencia Narca,  culpable soy Yo, Tu, El, Nosotros, Vosotros y Ellos… 

Es decir, la responsabilidad es compartida…  Y, aunque de manera oficial es asunto obligado del Gobierno, también  a los ciudadanos nos toca cargar una parte del pesado paquete… Nos veremos enseguidita.

         PUNTA DE LANZA.

ENTRE PANCHO, CHANO Y CHENTE.

Por Armando Ojeda.

La violencia no se quiere marchar de nuestra hermosa tierra, se lamentaba Pancho en tono lastimoso, frente a un grupo de sus amigos. 

“Tienes razón, pareciera que la violencia está de romance con Mexico y sus Estados, incluyendo Sinaloa, el nuestro”, agregaba “Chano”.

Intrigado y  desconcertado, “Chente” otro integrante de aquel grupúsculo de campesinos dialogantes,  pidió una explicación a sus amigos.

Quería saber, por qué decir que la violencia se ha enamorado de nuestros pueblos, y que por tal motivo se resiste a irse hacia otros confines de la tierra.

“Pancho” pide entonces la palabra para exponer a “Chano” y “Chente”  su explicación respecto al metafórico romance entre la violencia y nuestros pueblos.

“Es que, queridos amigos, no podemos negar que nuestra labor de chaperones en la vieja amistad, luego romance, y posterior noviazgo surgido desde hace muchas décadas entre la violencia Narca y sociedad, ha sido un hecho real y sobresaliente. 

¿Tratas de insinuar que hemos sido algo así como unos discretos complices o alcahuetes de los narcos?, interrumpe“Chano”.

“En México, responde el aludido, gran parte de la sociedad, históricamente hemos actuado pasivamente frente a cualquier hecho o circunstancia que ocurra en nuestro entorno, sin importarnos la repercusión a futuro que pudiera tener en nuestras vidas”. 

Y es que, lo que no me pega no me duele, solemos decir, suposición que pudiera ser un tremendo autoengaño.

“Hemos sido por muchos años una sociedad marcada por la banalidad, no solo tolerando, sino ponderando un mal, que equivocadamente pensamos era asunto ajeno, y nunca nos tocaría.

En ese punto de la exposición, Pancho aclara; No se trata de decir que la sociedad ama el mal, si no de dar a entender, que la maldad no siempre se presenta mostrando el horrible rostro de un monstruo o demonio.

Muchas veces el multicitado mal, de manera astuta se muestra atractivo, dulce, comprensivo, solidario y humanitario ante la gente y nos engaña, logrando nuestra aceptación.

Y es precisamente de ese rostro enmascarado de inofensiva belleza y bondad, del que nos hemos encantado, al grado de convertirnos en una especie de chambelanes, alcahuetes y zalameros, dando pauta al romance entre violencia y sociedad.

Lo terrible de las cosas, es que hoy, aquel ente bello y seductor, dejo atrás esa apariencia, mostrando su verdadera identidad.

 Ha sacado sus garras escondidas, convirtiendo a sus chambelanes en sus rehenes y víctimas del terror que se vive.

Es lamentable aceptarlo, pero creo que hemos sido conquistados, colonizados y sometidos por una violencia a la que nosotros mismos, a través de décadas de amistosa y descuidada complicidad, cobijamos y fortalecimos, creyendo ingenuamente en la veracidad del rostro bonito, alegre, amable y muchas veces solidario con los problemas sociales de los pueblos.

Hoy, los chambelanes, ya no reimos, cantamos ni bailamos, porque estamos asustados de balaceras que dejan muertos y heridos por todas partes.

Y ahora todos, tras cada acto violento que nos toca vivir, lanzamos la rigurosa  pregunta mirando al cielo… ¿Dios santo, hasta cuando se terminara  esto?.

Tras la explicación del viejo “Pancho”, “Chano” y “Chente”, se miraron entre sí, en evidente aceptación de la realidad por su amigo asentada. 

Sin embargo, inquieto como siempre había sido,  lanza “Chano” su interesante pregunta.

“Oye, “Pancho” con tu explicación, acaso nos quieres dar a entender que los culpables de la violencia somos los ciudadanos y no las autoridades de los tres niveles de gobierno?.

“No señor… Lo que yo trato decir, es que la violencia generada por el narcotráfico proviene desde varias décadas de complicidades y corruptelas entre criminales y gobiernos, y desde luego, discretamente tolerados y aceptados por la misma ciudadanía.

Es evidente que la actual guerra entre grupos adversarios del “Narco” es responsabilidad del gobierno actual, pero, cierto es también, que muy poco lograran los gobernantes con su pura fuerza y voluntad…

“En el reparto de responsabilidades hay que hacer uso de los pronombres personales, es decir, dejar asentado, que lo que nos pasa en materia de la violencia Narca,  culpable soy Yo, Tu, El, Nosotros, Vosotros y Ellos… Es decir, la responsabilidad es compartida…  Y, aunque de manera oficial es asunto obligado del Gobierno, también  a los ciudadanos nos toca cargar una parte del pesado paquete… Nos veremos enseguidita.

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