Vaya sorpresa, ¿verdad? Feliciano Castro, el secretario general del gobierno, se ha decidido a afiliarse a Morena. ¡Aplausos, por favor! Pero, seamos sinceros, esto es como si el gato se sube al tejado y se da cuenta que hay comida en la mesa. ¿Qué se siente ser un morenista de cartón, aplaudiendo a un tipo que llega cuando ya hay banquete? Para los verdaderos morenistas, los que han estado en la lucha desde el principio, este movimiento no es más que una burla.
Es como si un goyetero se presentara en una reunión de amigos después de que ya se han comprando las cervezas y pide que le den de lo mejor. ¿Dónde estaban estos personajes cuando el camino estaba lleno de piedras y el sol caliente? En lugar de estar en la trinchera, sudando la camiseta y defendiendo la ideología, ellos estaban cómodamente sentados en sus escritorios, contemplando cómo el viento soplaba a su favor. Ahora que el barco navega con un poco de éxito, aparecen como si fueran capitanes.
Los verdaderos morenistas, aquellos que han trabajado de sol a sol, que han sufrido ofensas y han puesto de su bolsillo para hacer que las cosas sucedan, se deben estar preguntando: ¿y este cabron quién se cree? Es como si un ladrón entrara a tu casa y, cuando ya has hecho todo el trabajo de remodelación, te dice que ahora es parte de la familia. ¡Por favor! ¿Qué respeto se le tiene a alguien que se afilia cuando las cosas ya están más que cristalizadas?
Y no me malinterpretes, no estoy en contra de que la gente cambie de partido. Pero, carajo, hay formas y momentos. La afiliación de Castro es un acto de oportunismo puro y duro. ¿Acaso no debería haber estado en Morena desde que comenzó la lucha? Si realmente creía en la ideología, ¿por qué no se unió antes? La respuesta es sencilla: porque no había nada que ganar. Ahora, cuando el plato está lleno, se siente con el derecho de sentarse a la mesa.
Los morenistas de verdad, esos que dejaron la piel por el movimiento, deben estar viendo cómo aplauden a estos nuevos “compañeros”. ¿Qué sentirán al ver cómo les han cerrado las puertas, mientras se les da la bienvenida a quienes vienen con el único interés de comer de la mesa ya servida? Es una burla en toda regla.
Es el momento de que los verdaderos morenistas se reúnan y empiecen a levantar la voz. No se trata solo de un tema de lealtad; es una cuestión de dignidad. Los espacios deben ser ocupados por quienes realmente han dado la cara, no por los que se cuelan en la fiesta ya acabada, como si tuvieran ese derecho.
Así que, Feliciano Castro, bienvenido a la fiesta, pero no te olvides que la verdadera salsa la han puesto quienes han estado en la cocina desde el principio. Los verdaderos morenistas no han buscado la fama ni el reconocimiento; han estado ahí, en las calles, haciendo el trabajo duro. La lucha sigue, y es hora de que los que realmente importan tomen el control y le digan
Bueno, todo esto según yo, el Goyo310… el muerto y el arrimado a los 3 días apestan, y este ya tiene rato arrimado. ¡Fugaaaaaaaaa!