Es más probable que encuentren al capibara, hipopótamo y jirafa, antes de darle la candidatura a Graciela.

El Primer Informe Legislativo de Graciela Domínguez Nava es una clara demostración de lo que no se debería hacer en política. En lugar de presentar logros, su discurso fue un simple desfile de alabanzas hacia la presidenta Claudia Sheinbaum, como si eso pudiera ocultar que no hay nada detrás de sus palabras. La diputada parece más interesada en ser una buena alumna que en hacer su trabajo; lo único que le faltó fue que se hiciera una cola de caballo y hablara en pausa para parecer más presidenta con A.

Hizo malabarismos verbales para hablar del Segundo Piso de la Cuarta Transformación, pero de sus logros propios, ni una mención. En ese informe, la diputada se convirtió en una especie de “Juanita” de la política, un personaje que cumple un papel, pero sin ninguna sustancia real detrás. Y eso no es todo: mientras el pueblo lucha con sus problemáticas diarias, ella está dando palmaditas y flirteando con la idea de convertirse en gobernadora, como si el mero hecho de ser diputada le diera un pase VIP para llegar a la cima.

El problema es que esperar que se convierta en gobernadora con un informe así es como esperar que los capibaras y jirafas aparezcan y hagan fila para votar. En este ejercicio de autobombo, las caras desconcertadas de los asistentes lo dejaron claro: el aire estaba tan denso que se podía cortar con cuchillo. El pueblo no está pidiendo frases de buen sonido, está exigiendo soluciones reales y ese tipo de lenguaje se siente tan auténtico como una moneda de tres pesos.

No cabe duda de que sus intenciones son claras, pero el camino que ha elegido es uno lleno de flatter y vacío. La diputada parece haber olvidado que su papel es representar a la gente que la eligió y no a una presidenta que tiene sus propios problemas que resolver. Si de verdad aspira a ser gobernadora, necesita poner ambas manos en la masa y trabajar por las necesidades de su distrito, antes de perderse en el laberinto de las palabrerías.

El hecho de que se atreva a hablar de avances en un contexto donde no ha hecho nada significativo es simplemente absurdo. Para un político, la realidad es que el discurso sin acción se queda en la superficialidad, y la gente no se deja engañar fácilmente. Es triste que, en lugar de arriesgarse a luchar por las necesidades de la gente, prefiera hacer un show que resulta doloroso de escuchar. Y con cada palabra vacía, más se aleja de la realidad que el pueblo vive diariamente, lo que solo alimenta la frustración y el desencanto.

La gente no quiere más promesas; quiere ver el trabajo real que mejoraría su calidad de vida. Mientras la diputada se pierde en su mundo de fantasías políticas, el pueblo está ahí, esperando respuestas. Tal vez antes de levantarse a hablar en público, debería preguntar a su equipo de trabajo qué han hecho verdaderamente por la sociedad que la ha respaldado. Porque, seamos sinceros, esperar que la política se resuelva con buenos deseos y palabras amables es una ilusión que no quiere ver la realidad.

Así que, antes de que alguien considere a Graciela como una opción viable para la gubernatura, primero que encuentren al capibara, al hipopótamo y a la jirafa en el zoológico. Sin duda, eso es más probable que pase (sarcasmo) jajaja. Porque si no puede con su informe, menos podrá con un cargo como ese. La gente merece más que buenas intenciones; necesita a alguien que realmente trabaje por sus intereses y no solo un espectáculo barato. La política debe ser un compromiso genuino con la comunidad y no un juego de palabras fútiles. Y lo más frustrante es que la ciudadanía no tiene espacio para más distracciones; la vida sigue y las necesidades de la gente son urgentes.

En un mundo donde la política debería ser un vehículo para el cambio, Graciela ha mostrado que se condujo a sí misma en dirección contraria. Si verdaderamente quiere las riendas del estado en sus manos, necesita despertar de su letargo y recordar que ser diputada es mucho más que un título; es una responsabilidad ante aquellos que la eligieron. La próxima vez que tenga la oportunidad de hablar, que lo haga con la sinceridad que el pueblo merece, en lugar de un guion que suena bien en papel pero se desmorona en la realidad.

Que se ponga las pilas o que se vayan a dar palmaditas a otro lado. La política no es un juego, y los sinaloenses tienen derecho a esperar algo más que palabras al viento y promesas olvidadas. Las soluciones necesitan acción y compromiso, y cabe preguntarse: ¿será Graciela la persona que pueda hacer eso o simplemente es otra más en una larga lista de aquellos que se olvidan de cumplir? La respuesta está en el trabajo, y ese queda por verse.

Buen todo esto, según yo, el Goyo310… empiezan los informes y aperturas de casas de gestión, así que aprovechen porque esto solo es una temporada, después los dejarán de ver por 2 años. ¡Fugaaaaaaaaaaaaaa!

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