En el corazón del devenir educativo y social de Sinaloa, la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) ha sido, por más de siglo y medio, un eje vertebral en la formación de miles de mujeres y hombres que hoy construyen el presente de la entidad. Su historia, arraigada en la lucha por la autonomía, la excelencia académica y el compromiso con el pueblo, se vio nuevamente reivindicada este domingo, durante la ceremonia solemne en la que el doctor Jesús Madueña Molina rindió su 4º Informe de Labores y asumió su segundo periodo como rector para el ciclo 2025-2029.
El acto no fue meramente protocolario. Fue, ante todo, una afirmación de identidad, de futuro y de reconciliación política. La presencia del gobernador Rubén Rocha Moya, no como mero testigo, sino como interlocutor comprometido, confiere a esta jornada un peso simbólico y estratégico que trasciende lo institucional. En su mensaje, Rocha no sólo refrendó su respaldo a la Universidad, sino que lanzó un llamado audaz: construir un gran pacto entre la UAS y los poderes del Estado. Un acuerdo que apunte a una nueva etapa de desarrollo sustentada en la autonomía, la democracia, la transparencia y la rendición de cuentas.
Esta iniciativa, lejos de ser retórica, representa una oportunidad histórica para cerrar heridas y abrir caminos. No debe olvidarse que la relación entre el Ejecutivo y la Universidad ha atravesado momentos de tensión en los últimos años. La autonomía universitaria, principio irrenunciable para la comunidad rosalina, fue objeto de debates políticos, legales y mediáticos. Sin embargo, este encuentro entre dos liderazgos con vocación académica –Rocha como exrector y Madueña como actual rector– puede ser la bisagra que permita articular intereses superiores en favor del pueblo sinaloense.
El reconocimiento explícito del gobernador a la gestión de Madueña Molina es, sin duda, una señal política relevante. En un contexto donde los consensos son cada vez más escasos, el respaldo a un proyecto como Visión de Futuro 2029, que busca profundizar los procesos de calidad académica, inclusión y vinculación social, representa un acto de madurez institucional. Rocha Moya sabe que la UAS, más allá de sus estructuras, encarna un legado que forma parte del alma de Sinaloa. Y es por eso que afirma, con contundencia, que “la Universidad lo merece”.
El liderazgo del doctor Jesús Madueña Molina ha sido, en este contexto, un factor decisivo para mantener la estabilidad institucional de la UAS. Su capacidad para conducir con firmeza y serenidad, en medio de escenarios complejos, ha fortalecido la cohesión interna de la comunidad universitaria. Con una visión integradora, Madueña ha sabido equilibrar el rigor académico con una sensibilidad social que hoy se refleja en los avances en cobertura, investigación, inclusión y vinculación comunitaria. Que haya sido reelecto con amplio consenso no es casualidad, sino resultado de un trabajo cercano, efectivo y comprometido con el destino de la Universidad.
El mensaje no es menor. Rocha Moya podría haber optado por una postura distante o neutral, pero decidió dar un paso adelante. Incluso más allá de lo simbólico, anunció el respaldo económico directo del Gobierno del Estado a los logros deportivos de la comunidad estudiantil, equiparando los estímulos que otorga la propia Universidad. Con ello, no sólo se apoya el talento juvenil, sino que se envía una señal clara: el gobierno ve a la UAS como un aliado estratégico, no como un adversario político.
En este sentido, el llamado al pacto adquiere una dimensión ética. La defensa de la Universidad no puede seguir siendo secuestrada por coyunturas o cálculos políticos. Es un deber moral, como bien expresó el gobernador, protegerla y preservarla para las generaciones de hoy y de mañana. Y es precisamente en ese horizonte donde la propuesta de Madueña Molina encuentra su mejor terreno: una visión compartida con rumbo, identidad y responsabilidad social.
La reelección del rector con amplio consenso interno no es un hecho menor. En tiempos donde las instituciones sufren desgastes de legitimidad, que una comunidad tan diversa como la universitaria se exprese de forma mayoritaria en favor de un liderazgo es señal de fortaleza. Ello habla no sólo del trabajo realizado, sino de la confianza proyectada hacia el porvenir. Y Rocha, con su experiencia y olfato político, lo sabe: una universidad fuerte, autónoma y en paz es un pilar indispensable para la gobernabilidad democrática de Sinaloa.
Por ello, esta coyuntura debe aprovecharse para establecer una ruta clara de colaboración. El pacto no puede quedarse en el discurso: debe traducirse en mesas de trabajo, acuerdos presupuestales, programas conjuntos y, sobre todo, en el respeto irrestricto a la autonomía universitaria. Sólo así será posible consolidar una universidad más abierta, más transparente y más participativa, sin que ello signifique someterla a presiones externas ni a tentaciones intervencionistas.
En suma, lo ocurrido en la ceremonia del Consejo Universitario no fue un simple acto institucional, sino el inicio de una nueva narrativa política en Sinaloa. Una donde la educación superior, la ciencia, la cultura y el arte dejen de ser temas marginales para ocupar el centro del proyecto de desarrollo estatal. Porque, como bien lo dijo el gobernador, la Universidad ha sido generosa con sus hijas e hijos, y ahora corresponde al Estado ser recíproco en esa generosidad.
Rocha Moya ha tendido la mano. Madueña Molina ha mostrado la disposición. Ahora toca a todos –comunidad universitaria, gobierno, sociedad civil– honrar ese compromiso y convertirlo en un acuerdo tangible, duradero y transformador. Porque cuando la política se pone al servicio del conocimiento y de la justicia social, gana Sinaloa. Y porque, como sentencia el rector en su plan de trabajo, el futuro no se espera: se construye.
Hoy, más que nunca, la UAS es primero. Y con voluntad compartida, será también lo mejor de nosotros hacia el porvenir.