La reciente toma de protesta de César, Emiliano y Liliana fue un espectáculo que ni el mejor cabaret podría haber planeado. Organizar un evento en el lobby del PRI, un lugar que apenas puede albergar a 250 personas, mientras el auditorio está ahí, listo y dispuesto para 800, o hasta mil personas, es como invitar a una fiesta y servir solo agua de sabor, como las del Chavo que parecen de fresa pero saben a tamarindo. Pero, claro, los organizadores se hicieron los locos, alegando que la inseguridad fue la culpable de que no hubiera gente. ¡Como si eso no estuviera ya más gastado que el disco de un grupo de norteños! De esos que escuchaba mi jefe.
En lugar de un evento lleno de entusiasmo, tuvimos un “concierto” en el lobby donde, si se hubieran salido unos 3 reporteros, el lugar habría quedado más vacío que el frasco de las monedas de la abuela. La escasa asistencia dejó a muchos preguntándose si el PRI estaba en crisis o simplemente en una larga siesta.
Y hablando de ausencias, la joya de la corona fue la notable falta de Paola Garate, la exdirigente del PRI. Nunca en mi vida había visto que una exdirigente se diera el lujo de no presentarse a su propia fiesta. ¿Qué sigue? ¿El próximo líder del PRI se va de vacaciones y deja un papelito diciendo “me fui a comprar pan”? Su falta de palabras de agradecimiento y de bienvenida a los nuevos dirigentes fue como un balde de agua fría. ¿Acaso estaba ocupada contando ovejitas o simplemente no le interesaba?
Los rumores volaron más rápido que un chisme en una reunión familiar: algunos dicen que tuvo “dignidad” al no presentarse, mientras que otros la tildan de malagradecida. Pero, seamos sinceros, ¿qué dignidad se puede tener al dejar a los pocos militantes que asistieron colgados? O qué tan malagradecida pudiera ser si se sentía humillada por la forma en que la sacaron. No es por nada, pero su ausencia habla más que mil palabras. Y la última palabra la tiene usted, ya que ellos no dijeron nada, pues todo queda a lo que nos dé la gana pensar.
La toma de protesta se convirtió en un reflejo de la descomposición interna y la falta de liderazgo en el PRI. La imagen de un lobby a medio llenar no solo habla de la escasa convocatoria, sino de un partido que parece estar en un juego de “¿quién se queda con el muerto?”. La falta de un discurso de bienvenida fue un golpe bajo, dejando a los militantes preguntándose si estaban en un funeral político o en una reunión de amigos que no se conocen.
Así que, mientras seguimos esperando a que Paola nos diga algo de su misteriosa ausencia, solo podemos reírnos de esta tragicomedia que es el PRI. ¿Regresará para salvar el día o se quedará en el olvido? La política en Sinaloa es un pinche circo, y nosotros, los espectadores, solo esperamos que el payaso no se pierda en el camino.
La realidad es que la política en Sinaloa se enfrenta a retos que van más allá de la mera organización. La falta de liderazgo y la incapacidad de llenar un auditorio no son solo síntomas de un problema de imagen, sino también de una desconexión con la militancia. En un estado donde la política se ha vuelto un juego de sombras, es hora de que los actores políticos se miren al espejo y reconozcan la realidad que enfrentan.
Mientras tanto, la toma de protesta quedará marcada como un recordatorio de que en la política, las ausencias hablan más que las palabras. Y que, en este circo, el show debe continuar, aunque sea con un lobby vacío y un payaso que decidió no salir a la pista.
Y no es que sea culpa de la nueva dirigencia, total, ellos solo hacen lo que les corresponde: cuidar al moribundo expoderado PRI y quizás preparar el agujero donde descansará.
Bueno, todo esto según yo, el Goyo310… Y si al final el poder y el dinero a todos nos vuelve iguales y ya alcanzó a esos ex luchadores priistas.