En la política de Sinaloa pareciera que criticar es un pecado mortal. Y no hablo de los que hoy gobiernan, porque de ellos es natural que se molesten, al final están en el poder y a nadie le gusta que le saquen los trapitos al sol. Lo raro, lo preocupante y hasta lo contradictorio es cuando la oposición, esa que debería estar acostumbrada a recibir y aguantar cuestionamientos, se ofende al grado de reaccionar con soberbia.
Ese papel lo está protagonizando la senadora del PRI, Paloma Sánchez. En los últimos días ha demostrado que la crítica no es precisamente su fuerte. Lo que debería tomar como oportunidad para abrir debate o enriquecer propuestas, lo transforma en corajes personales, como si de eso se tratara la política. Y lo peor: sin darse cuenta termina confirmando que no tiene la madurez necesaria para aspirar a gobernar Sinaloa.
Porque no nos engañemos. Podrá decir que anda ocupada criticando al Gobierno y que no piensa en la gubernatura, pero todos sabemos que su intención es esa. Quiere ser candidata, quiere ser gobernadora. Y en su derecho está. El problema es que una aspiración de ese tamaño no se sostiene con desdenes ni con videos señalando lo que todos sabemos que está mal. Eso lo puede hacer cualquiera, lo hace la gente en la plática diaria, en la sobremesa, en la esquina de la colonia. Pero ¿propuestas? Ahí es donde se cae la senadora.
Paloma tuvo acceso al poder, estuvo cerca de quienes tomaban las decisiones importantes, vivió de primera mano lo que es tener los reflectores y la influencia. Y en lugar de aprovechar esa experiencia para construir, para sumar, hoy parece caminar el sendero de la prepotencia. Un camino fácil, sí, pero que no convence a nadie. La gente de Sinaloa no necesita discursos de soberbia, necesita respuestas a sus problemas, necesita alternativas a la violencia, a la corrupción, a la pobreza que no da tregua.
Si de verdad quiere ser gobernadora, Paloma Sánchez tendrá que aprender a escuchar más de lo que habla y a proponer más de lo que critica. Porque la crítica por sí sola no construye nada. Y si además se toma personal, menos aún.
La política es oficio de aguante, de cintura, de saber encajar los golpes y responder con estrategia, no con berrinches. Porque si una crítica de un ciudadano la incomoda, ¿cómo va a lidiar con la crítica de miles si llega a la gubernatura?
Ojalá enderece el rumbo. Talento tiene, pero no basta. Le hace falta humildad, paciencia y un poquito de piel más gruesa. Porque de mi parte, senadora, las críticas seguirán llegando. Eso es lo que toca cuando uno está en la vida pública.
Todo esto, según yo, el Goyo310. Fuga.