El Partido del Trabajo (PT) y Morena, esa pareja política que nos prometía amor eterno, ahora están a punto de tirarse los trastes a la cabeza. Si pensabas que el romance era un cuento de hadas, piénsalo de nuevo. Este matrimonio ha pasado de ser una unión bendecida por el pueblo a un pleito de divorcio donde ambos se acusan mutuamente de ser los más egoístas. La relación se ha vuelto tan tensa que cualquier día puede estallar en un escándalo digno de telenovela.
Con el aumento de la representación parlamentaria del PT, algunos piensan que se han empoderado. Pero, por favor, no se engañen. Mientras el PT festeja sus nuevos asientos en el Congreso, Morena se siente como el rey que está a punto de perder su corona. Las elecciones intermedias de 2027 están a la vuelta de la esquina, y el PT ya está diciendo que no quiere seguir siendo el “partido satélite” que se conforma con las sobras. “Están borrachos de poder”, gritan desde el PT, y con razón. Morena ha estado actuando como si hubiera ganado la lotería, olvidando que el PT también tiene sus propios intereses.
La soberbia de algunos morenistas ha hecho que el PT se sienta ignorado y despreciado. “Aquí tienen 22 municipios, y si no les gusta, pues mala suerte”, parece ser el mantra de Morena. Y eso ha encendido la mecha del conflicto. El PT está cansado de ser el niño que siempre recibe las migajas, mientras que los morenistas se llevan el banquete completo. “Vamos a demostrarles que no somos chiquitos como piensan”, dice Reginaldo Sandoval, y la verdad es que es hora de que se lo tomen en serio.
Y mientras el PT se siente marginado, su líder, Alberto Anaya, ya está soñando en grande. El hombre tiene la vista puesta en la gubernatura de Nuevo León, con o sin Morena. ¡Qué ambición! Se está preparando para darle la espalda a su socio y salir a buscar su propio camino. Si el PT deja de ser un mero acompañante en la fiesta de Morena, podríamos estar viendo el surgimiento de un competidor serio en el terreno político.
Mientras tanto, en Sinaloa, Fernando García, el diputado federal del PT, sigue tejiendo su red. Este tipo no está sentado esperando a que le den las migajas; está armando su propia agenda y conversando con la gente, dejando claro que también tiene planes. No está dispuesto a ser el títere de Morena, y eso podría traer consigo un cambio significativo en el escenario político del estado.
La verdad es que la relación entre el PT y Morena es tan fría que podría usarse como refrigerador. Las promesas de diálogo y negociación son más vacías que un barril sin fondo. Si el PT se siente ninguneado, es probable que decidan ir solos en las próximas elecciones. La reforma electoral que plantea el presidente es otra patada en la espinilla, y el PT no está dispuesto a dejar que lo usen como un peldaño para que Morena suba más alto.
Así que, en esta partida de ajedrez político, el PT tiene que decidir si quiere seguir siendo el peón que se sacrifica o si finalmente se atreve a convertirse en la reina que puede moverse en todas direcciones. Con las elecciones en el horizonte, la pregunta es: ¿será capaz de hacer lo que necesita para no desaparecer en el fondo del tablero?
Mientras tanto, el PT tiene la oportunidad de demostrar que no son solo un apéndice de Morena, pero también necesitan recordar que las peleas no se ganan gritando más fuerte. Si no encuentran un equilibrio, terminarán siendo recordados como el partido que se dejó llevar por la arrogancia y perdió su esencia en el camino. Así que, mientras observamos esta pelea de gallos, la pregunta es: ¿será que el PT finalmente se atreva a dar un paso adelante y dejar atrás a un socio que los menosprecia?
Porque, al final del día, en la política como en el amor, a veces es mejor estar solo que mal acompañado.
Todo esto según yo, el Goyo310… así los matrimonios, los primeros años, sin puro amor, pero a lo largo se convierten en un infierno, jajaja. ¡Fugaaaaaaa!