EL VIDEO NO OLVIDA (Y EL INTERNET MENOS)

Las redes sociales tienen mejor memoria que la justicia mexicana. No perdonan, no olvidan y además tienen humor. Un humor cruel, sí, pero bien merecido. Y si no que lo diga el gobernador Rubén Rocha Moya, que esta semana se volvió tendencia otra vez, no por una obra, ni por un anuncio importante, sino por un video que ya tiene meses dando vueltas y que acaba de revivir con más fuerza que la gripe en tiempo de lluvias.

Aquel video de abril de 2025 donde Rocha presentó a Yeraldine Bonilla y dijo con toda confianza que antes había sido “meserita” en Dimas. Lo dijo como quien cuenta una anécdota simpática, como quien quiere presumir una historia de superación, pero le salió más a tono de “apodo de rancho” que de homenaje. El detalle es que las redes no entienden de intenciones. Entienden de clips, de subtítulos y de repetición infinita.

Y justo ahora que Rocha la nombró Secretaria General de Gobierno, el video volvió a explotar. Los mismos que en su momento rieron, ahora lo ponen una y otra vez acompañándolo con la frase “el karma sí existe”.

El gobernador, viendo el tsunami digital, salió rápido a publicar en sus redes. Dijo que se sentía orgulloso de nombrar a Yeraldine como la primera mujer en la historia de Sinaloa en ocupar ese cargo, que aquello de “meserita” fue parte de un reconocimiento mal entendido y que si su expresión resultó fuera de lugar, ofrecía una disculpa.
Más vale tarde que nunca, aunque en internet las disculpas llegan siempre con subtítulos de “ya que me descubrieron”.

Por su parte, Yeraldine respondió con clase. Dijo que no había nada que interpretar mal, que esas palabras eran un reconocimiento a su esfuerzo, que ha trabajado desde joven, que su vida ha sido constancia y dedicación y que no hay nada que reprochar. Hasta ahí todo correcto, con más diplomacia que un comunicado de la ONU.

Pero entre líneas, el mensaje era claro: no hay resentimiento, pero tampoco olvido. Y es que, a fin de cuentas, la vida da vueltas y esta vez giró lo suficiente para que la “meserita” terminara despachando en la Secretaría General de Gobierno.

Las vueltas del poder, pues. Hoy Rocha se disculpa y presume equidad de género, y ella, con temple, recoge el guante sin drama. Al final los dos ganan: él por corregir el discurso, ella por demostrar que los caminos humildes también llevan al despacho más grande.

Pero la anécdota deja una enseñanza que va más allá del chisme político. En tiempos de redes sociales, cada palabra, cada gesto, cada chascarrillo puede convertirse en un boomerang digital que regresa cuando menos te lo esperas. No importa si eres gobernador, presidente o candidato, el internet no borra. Solo espera su momento.

Y si no, que le pregunten al ex presidente Andrés Manuel López Obrador, que todavía no acaba de decir algo cuando ya le están sacando un video de hace diez años donde decía lo contrario. O a la presidenta Claudia Sheinbaum, que en sus días de activista prometía un México distinto y hoy firma decretos con la misma pluma que criticaba.

Ni se diga de los dirigentes de Morena, que pasaron de luchar contra el sistema a convertirse en el sistema mismo. Lo que antes era “la mafia del poder” ahora es “la familia en el poder”. Y todo está grabado, archivado y listo para resubirse con un toque de sarcasmo y música de banda.

La historia de Rocha y Yeraldine no es una excepción, es un espejo. Nos recuerda que el poder no da derecho a menospreciar y que el mérito verdadero no necesita padrinos. Rocha tuvo la suerte de que la “meserita” resultó ser más capaz que muchos de sus doctores y asesores.

En Sinaloa decimos que la lengua no tiene hueso, pero rompe costillas. Y en política, rompe carreras. Rocha quiso adornar su discurso con una historia de esfuerzo y acabó escribiendo una lección de humildad.

Porque aquí la moraleja es sencilla: cuida lo que dices, sobre todo cuando hay cámaras. Las redes no duermen, no olvidan y tienen mejor puntería que cualquier oposición.

Hoy Rocha presume equidad y Yeraldine responde con gratitud. Pero detrás del aplauso y las flores, el video sigue ahí, reproduciéndose una y otra vez, recordándonos que los tiempos cambian, pero el internet tiene reloj propio.

Y mientras los políticos aprenden a pedir disculpas, las redes se preparan para el próximo resbalón. Porque así es esto: el poder se acaba, los cargos se van, pero el video se queda.

Todo esto se los dije yo
El Goyo310
Fugaaaaaaa

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