El gobierno de Estados Unidos elevó el tono contra México tras la confirmación de un nuevo caso de gusano barrenador del ganado (GBG) en Sabinas Hidalgo, Nuevo León, a apenas 70 millas de la frontera con Texas. La cercanía del brote encendió las alarmas en Washington y llevó al Departamento de Agricultura (USDA, por sus siglas en inglés) a acusar directamente a México de inacción y de incumplir los compromisos asumidos en el Plan de Acción Conjunto firmado en junio pasado.
“Este asunto es una prioridad de seguridad nacional” advirtió Brooke Rollins, titular del USDA, quien agregó que su país no dependerá de la cooperación mexicana para defender a sus productores. “Los ganaderos y familias estadounidenses deben saber que no confiaremos en México para proteger nuestra industria, nuestro suministro de alimentos o nuestra forma de vida. Estamos ejecutando firmemente nuestro plan de cinco puntas y tomaremos medidas decisivas para proteger nuestras fronteras” señaló.
De acuerdo con Senasica, el caso confirmado corresponde a una becerra de ocho meses que había sido trasladada recientemente a un corral de engorda en Nuevo León, procedente de una zona del sur de México donde la plaga sigue activa. Esta situación reforzó la crítica estadounidense de que el gobierno mexicano no controla de manera efectiva el movimiento de animales ni aplica con rigor las medidas de contención acordadas entre ambos países.
El USDA explicó que este nuevo caso, el más cercano a territorio estadounidense en lo que va del brote, representa un riesgo directo para la ganadería nacional. Por ello, anunció la aplicación inmediata de un plan de cinco ejes que se implementará incluso sin la participación de México.
La estrategia incluye una inversión de 100 millones de dólares en tecnología innovadora como moscas estériles genéticamente modificadas, trampas avanzadas y nuevos tratamientos. También contempla la construcción de una planta en Edinburg, Texas, capaz de producir y liberar hasta 300 millones de moscas estériles por semana, así como reforzar la dispersión de insectos desde Panamá y la reactivación de una instalación mexicana en Metapa, con capacidad para liberar 100 millones adicionales.
A la par, el USDA adelantó que llevará a cabo auditorías mensuales sobre la respuesta mexicana, coordinará con Senasica labores de rastreo y contratará más de 200 empleados en México para instalar trampas y vigilar el movimiento de ganado. La estrategia se completa con campañas de información en comunidades fronterizas y reuniones con sectores productivos, a fin de fortalecer la detección temprana de casos sospechosos.
La dependencia estadounidense recalcó que el problema del gusano barrenador no solo amenaza la producción de carne, sino también la seguridad alimentaria y la economía rural de miles de familias. En ese sentido, Brooke Rollins advirtió que se emprenderán medidas “agresivas” contra cualquier actor que ponga en riesgo al ganado estadounidense, incluidas sanciones a quienes trasladen animales sin control sanitario.
Mientras tanto, México enfrenta crecientes cuestionamientos sobre su capacidad para contener la plaga, que desde el sur avanza hacia el norte con nuevos registros. Aunque Senasica insiste en que el brote está bajo control, la detección en Nuevo León alimenta las dudas de su socio comercial y abre un nuevo frente de tensión en la relación bilateral.
Con información de El Universal



