Influencers de la política o políticos del filtro

Ya no hay políticos, hay influencers con fuero. De esos que en vez de hacer campaña hacen reels. Que en vez de dar resultados dan likes. Y que si los ves en la calle nomás sonríen si hay cámara. Porque claro, hoy gobernar no es servir, es grabar.

Antes los políticos presumían obras, ahora presumen stories. “Aquí entregando apoyo” con cara de selfie y filtro bonito. “Visitando el pueblo” pero con camarógrafo y dron. Si no hay foto no pasó. Si no hay video no cuenta. Y si no hay maquillaje se sube en blanco y negro pa disimular las ojeras del alma.

Ya no buscan votos, buscan seguidores. No quieren liderazgo, quieren algoritmo. Si los regañas te bloquean. Si los criticas te reportan. Y si los balconeas te mandan un me gusta pasivo-agresivo nomás pa aparentar que no les dolió. Pero claro que les duele, si viven de la pantalla, no del pueblo.

Los ves bailando cumbias en TikTok, dando abrazos falsos en Instagram y haciendo retos virales en lugar de rendir cuentas. Se volvieron una mezcla entre Chumel con fuero y Galilea Montijo con presupuesto público. El colmo, algunos hasta se creen motivadores, “no te rindas” dicen, cuando no pueden ni con su municipio.

Y lo más triste es que les funciona. El pueblo ya no pide políticos que trabajen, pide políticos que entretengan. Los likes son los nuevos votos, los filtros los nuevos discursos y el Photoshop la nueva rendición de cuentas.

Eso sí, cuando los problemas reales llegan, la inseguridad, el desempleo, la falta de agua, ahí sí se desconectan. “Ay, no me etiqueten, estoy en modo avión.” Pero eso sí, al día siguiente suben un video llorando, diciendo “no me entenderían, ustedes no saben lo difícil que es servir al pueblo” mientras graban desde un hotel de cinco estrellas.

La política se volvió un reality show y nosotros, los espectadores que seguimos esperando que alguien se acuerde de que esto no es Televisa. Y digo, qué chulada verlos actuar, nomás que ya no sabemos si están en campaña o en casting.

Así que, políticos influencers, síganle con sus filtros, sus bailes y sus frases de motivación. Nomás no se les olvide que el pueblo ya aprendió a distinguir entre una historia con filtro y una realidad sin maquillaje.

Y cuando el celular se les descargue, cuando el algoritmo los olvide y cuando el pueblo les cobre la cuenta, ahí sí se van a dar cuenta que no había me gusta que valiera una buena gestión.

Porque al final del día la política no se mide en views sino en vergüenza, y de esa andan en déficit.

Y ojo porque esto apenas empieza.

Ya hay quienes piensan que con una historia diaria van a reelegirse. Que con un en vivo desde la camioneta ya arreglaron la calle. Que con un “buenos días mi gente linda” ya resolvieron la pobreza. No compa, eso no es política, eso es circo con wifi.

Mientras la gente se parte el lomo buscando trabajo, ellos se graban “haciendo cercanía con el pueblo” en eventos donde sólo invitan a sus amigos y al fotógrafo. Y luego presumen “gran respuesta de la ciudadanía”. Sí, cómo no, si los únicos ahí eran los mismos tres que salen en todas las fotos, el chofer, el asistente y la tía que aplaude todo.

Y claro, a los medios serios ya ni los pelan porque prefieren entrevistas con youtubers que no les pregunten nada. Les encanta el aplauso fácil, el comentario con corazoncito, el “grande mi líder”. Pero nomás alguien les dice una verdad y se ofenden como si les hubieras rayado la madre.

No soportan la crítica, pero aman la cámara. No aceptan errores, pero sí el patrocinio. Y ahí andan, colgándose medallas por obras que ni empezaron o por logros que son puro humo digital.

Pero la gente ya no come cuento. El pueblo huele la falsedad desde lejos, porque la pobreza no tiene filtro ni buena iluminación. Y cuando la paciencia se acabe, porque se va a acabar, no habrá TikTok que los salve ni spot que tape la realidad.

Así que síganle, graben todo, sonrían, bailen, lloren, usen frases de Paulo Coelho si quieren, nomás recuerden que el pueblo ya no quiere actores, quiere resultados. Y cuando se apague la cámara y el reflector se vaya, sólo quedará lo que realmente hicieron o lo que no hicieron.

Porque al final los likes se borran, los filtros se pasan de moda, pero la vergüenza política, esa sí, no tiene edición.

Todo esto según yo El Goyo310

Fugaaaaa 

Dejar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *