Este 1 de junio se arma el relajo, y no, no es un baile de pueblo, es el circo judicial donde unos “ministros” y “jueces” se van a poner la corona como si fueran los reyes y reinas del mambo. Prepárense, porque esto no es más que un show para sellar los caprichos de los que hoy son dueños de lo que queda del país, junto a una bola de agachones y vividores de este desmadre llamado política en estos tiempos de la 4T.
Las “elecciones” judiciales son un verdadero desmadre, donde la confusión es el plato principal. Esto es un asalto descarado al Poder Judicial, hecho por un grupo que ha convertido la política en una jugada de barajas, antes prohibida y hoy legal para ellos, donde siempre se roban las mejores cartas.
Los disque expertos, esos que se la pasan investigando en lugar de hacer lo que la gente pide, han dejado claro que esta reforma es más falsa que un billete de tres pesos. ¿Y cómo lograron esa mayoría en el Congreso? Con trampas, chantajes y movidas dignas de un mago de esos que no hacen magia, pero como chingan al asistente. Pasaron por encima de la voluntad del pueblo como si fueran un camión de la ruta Toledo sobre un motociclista.
Y para rematar, se armó el relajo: un grupo de operadores con más ambición que un niño en una piñata, listos para hacer el show de la histórica elección. Histórica, sí, pero no porque dignifique nada, sino porque va a marcar la caída de la única institución que gozaba de un poco de autonomía y de un poder que marcaba el correr del peso, convirtiéndonos en eso por lo que ellos y ellas (la izquierda) lucharon. ¡Qué espectáculo! Tan deprimente.
El proceso electoral se ha vuelto un verdadero desmadre, un laberinto de papeletas y nombres que ni el mejor de los compas podría entender. Intentar VOTAR en este lío es como tratar de descifrar un corrido que no tiene fin. Un verdadero tira y afloja.
El término “voto” merece comillas, porque no hay nada de genuino en una acción donde los resultados ya están decididos. ¿Dónde está la transparencia? Eso es un secreto que se sabrá días después, cuando los conteos se hagan a escondidas, como si fueran un truco de magia de barrio. Sin eliminar boletas sobrantes, sin matas para saber quién ganó, sin observadores electorales, sin nada, es como una lucha libre donde no hay reglas y el que decide todo es el tirantes, ese réferi malquerido por la raza noventera que mirábamos en la AAA.
Y no se engañen, esto es un fraude que haría sonrojar a los más grandes estafadores. La única forma de responder a esta farsa es rechazándola y dejando que se enreden en su propia red de mentiras. Aunque lo digo con todas sus letras: si usted cree lo contrario, acuda a las urnas y la historia lo juzgará, si la cagó o no.
En este circo de la política, los propagandistas del régimen intentarán convertir este desastre en una historia de éxito. Pero, como dice el dicho: “el que por su gusto es buey, hasta la coyunda lame”. Su triunfo se basará en la fuerza, pero para convencer se necesita algo que les falta: razón y justicia. ¡A disfrutar del show, compas!
Todo esto, según yo, el Goyo310, fuaaaaaa.