La política sinaloense rumbo al 2027 anda como fiesta de rancho: todos dicen que vienen nomás a “mirar”, pero ya tienen en la hielera las caguamas bien frías y la carne asada lista. Nomás están esperando que den la señal para aventarse a la parrilla.
Primero lo primero: la oposición. Esa oposición que finge que todavía respira, pero ya se escucha como aire escapando de llanta ponchada. El PRI dice que no se entrega, que ahí sigue, que tiene estructura, pero la neta parece más un club de exnovias despechadas: se juntan para hablar del pasado glorioso y terminan llorando en la mesa. El PAN, pues… ahí anda, de mirón, como el que se cuela a la boda sin invitación nomás para ver si alcanza pastel. Y Movimiento Ciudadano juega a ser la “nueva novia joven”, grabando tiktoks y bailando, mientras en Sinaloa no junta ni para un Uber de base.
La pura neta: hoy la verdadera oposición está dentro de Morena. Ahí sí hay pleito de machos, pleito de comadres y pleito de herencia. Morena es como esas familias que en público presumen unión, pero en la primera repartición de tierras se avientan hasta las sillas de plástico.
Decía don Fidel Velázquez, que en paz descanse: “el que respira, aspira” y también “el que se mueve no sale en la foto”. Pues aquí, mis compas, todos respiran como si corrieran un maratón, y se mueven como si la foto fuera selfie grupal: nadie quiere quedar atrás y todos jalan para adelante aunque sea de los cabellos del vecino.
Vea la lista de suspirantes:
Juan de Dios Gámez Mendívil, alcalde de Culiacán, el muchacho de casa, que anda vendiendo imagen de “sobrio y leal”, pero en política ya sabemos que el que parece más callado es el que más colmillo esconde.
Graciela Domínguez, diputada, con fama de seria, pero que trae más ganas que quinceañera en su vals.
Estrella Palacios, presidenta de Mazatlán, que carga con el malecón como vitrina y quiere que le alcance pa’ plataforma.
Y claro, los pesados: el senador Enrique Inzunza y la senadora Imelda Castro, que ya están en la final sin necesidad de repechaje.
Pero no se hagan bolas: Tere Guerra anda agazapada, pero firme, como gallina clueca cuidando el huevo. Y nunca descarte que el “bendecido” llegue desde la CDMX con sello de alguna secretaría federal: Economía, Agricultura o lo que disponga la 4T. Porque aquí no manda el mérito, manda el dedazo disfrazado de encuesta.
Ahora, del otro lado del ring, la oposición sigue jugando al “ahí vamos”. El PRI parece que ya le va a apostar sus fichas a la senadora Paloma Sánchez. Bien por ellos, aunque suene más a resignación que a estrategia. El PAN sigue en lo suyo: haciéndose del rogar, como novia que ya nadie pela, pero que aún se siente codiciada. Y Movimiento Ciudadano, como siempre, anda más ocupado buscando luces fosfo que votos reales.
No olvide que hay dos piezas silenciosas pero clave: el Partido Verde y el PT, que no dicen nada, pero cuando llega la hora de negociar sacan la báscula para vender caro su amor. Y en medio de este zafarrancho aparece el “trébol” de Gerardo Vargas, que siempre juega sus cartas con una sonrisa de póker y una daga bajo la manga.
Así que prepárese, porque el 2027 pinta sabroso: Morena en madriza interna, la oposición en hamaca, los aliados esperando tajada, y los suspirantes cuidando que el compadre no los empuje del carril.
Aquí no hay inocentes: todos quieren hueso, todos creen que son “el bueno” y todos traen la esperanza de que el “WhatsApp” con bendición llegue directo de Palacio.
Y como decía un compadre en la cantina:
—“¿Quién crees que va a ganar en el 2027?”
—“El que aguante más chingadazos… y que invite la última ronda”.
Porque en la política sinaloense, mi gente, no gana el más preparado ni el más honesto, gana el que mejor finge la sonrisa mientras le clava el cuchillo al de al lado.
Bienvenido sea el desmadre.
Bienvenido sea el 2027.
Lo escrito, escrito está… y si no les gusta, se aguantan.
El Goyo310, testigo del desmadre.