La Presidenta “adoptiva” de Sinaloa

La visita de Claudia Sheinbaum a Mazatlán no pasó desapercibida. Y cómo habría de hacerlo si no todos los días llega la Presidenta de la República al puerto más turístico de Sinaloa. Fue un evento vistoso, masivo y sí, con acarreados por montones, porque no hay que hacernos tontos, los camiones urbanos tuvieron más trabajo en un día que en todo el año. Rutas de Culiacán, de Navolato, de la sierra y hasta de donde no llega ni la señal, todos se activaron para llenar el templete, porque ya se sabe que ningún Presidente quiere plazas semivacías en su gira.

La escena fue clara, Claudia, con sonrisa amplia, lanzó una frase que levantó cejas y arrancó aplausos de compromiso “sí, es cierto, soy sinaloense… por adopción o por amor, qué le voy a hacer”. Y claro, la porra no se hizo esperar. El grito de “¡Arriba Sinaloa!” retumbó como si de veras la gente se lo creyera.

Y ahí está el detalle. Porque sí, Presidenta, con todo respeto, ahí no le cuadra el discurso. Una mujer sinaloense de verdad, una madre, una abuela, una tía de rancho o de ciudad, no necesita declararse “adoptiva” para que la sientan suya. Se le nota en los hechos, en cómo busca que a sus hijos no les falte escuela, que a sus nietos no les falte un plato de comida, que a sus vecinos no les falte seguridad, que siempre haya trabajo aunque sea en la pizca o en el mar. Esa es la esencia de la mujer sinaloense, levantar a los suyos con lo poco o lo mucho que tenga.

Y ahí es donde usted, Presidenta, está reprobada. Porque no basta con sonreír en Mazatlán y gritar “Arriba Sinaloa” para que el pueblo se sienta representado. Lo cierto es que este estado ha dado demasiado a Morena y lo que ha recibido a cambio no está a la altura. Empleo precario, inseguridad al alza, agricultores en la lona, pescadores reclamando lo mismo de siempre, apoyos que nunca llegan o que llegan a cuentagotas.

Por eso su frase de que es “sinaloense por amor” suena hueca, Presidenta. El amor se demuestra en las obras, en el presupuesto, en la gestión, en la mano extendida para quienes se parten el lomo en el campo, en la mar o detrás de un volante. Y lo cierto es que Sinaloa no ha visto ese amor. Más bien, ha visto distancia, frialdad y un discurso reciclado que lo mismo se lanza en Chiapas que en Sonora, con apenas cambios de geografía.

Arriba Sinaloa, sí, eso nadie se lo discute. Porque el sinaloense siempre se levanta aunque le cierren las puertas. Pero de ahí a que usted sea sinaloense por adopción o por cariño hay un mundo de diferencia. Decirlo no basta. Aquí la gente está harta de discursos, Presidenta, y le exige hechos.

Así que bienvenida, qué bueno que vino, que trajo movimiento, que encendió reflectores. Pero no se cuelgue un título que no le corresponde. Ni por adopción, ni por amor. Ser sinaloense se demuestra con entrega, con lucha, con solidaridad y con resultados. Y de eso, hasta ahora, lo que menos hemos visto.

Arriba Sinaloa, Presidenta, pero arriba por la gente que todos los días trabaja y resiste, no por un discurso de ocasión.

Todo esto según yo el Goyo310

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