Los municipios de Sinaloa que no ayudan a nada.

Hablemos claro: hay municipios en Sinaloa que, honestamente, algunos no deberían existir. Algunos son tan irrelevantes que deberían ser sindicaturas y fusionarse con otros que al menos intenten trabajar. Comencemos con Choix, un municipio que alguna vez estuvo en el mapa, casi 100% panista. Hoy, los habitantes deben estar renegando de la presidenta municipal, quien ha entregado la administración a un nefasto exdirigente que se ha dedicado a hacer su propio circo. Esa mujer que se hace llamar presidenta parece estar en un proceso de desaparición, y no solo de su carrera política. Si Choix fuera un platillo, sería una sopa sin sal: insípido y olvidable.

Pasemos a Ahome, ese municipio que se vendía como el más industrializado del norte del país. ¿Recuerdan cuando prometían plantas de fertilizantes y cruceros de gas natural? ¡Qué risa! La administración de Antonio Menéndez, un presidente municipal que parece más un espectador que un líder, es un desastre total. Al parecer, a Toño le importa un bledo lo que pase en Culiacán; al preguntarle a su gente, parece olvidar que es allí donde está la chequera y las decisiones de verdad. Seguramente ocupará esta situación muy pronto. Se siente tan cómodo en su ignorancia que ha olvidado que, si quiere que su nombre se escuche, necesita hacer algo más que sonreír y hacer promesas estúpidas. Lo único que ha hecho es dejar que Ahome se convierta en un triste eco de lo que pudo ser, mientras él se sienta en su oficina como si fuera el rey de un castillo de arena. Chale.

Y qué decir de Guasave, donde la presidenta municipal parece haber llegado solo para arruinar lo poco que se había logrado. Con un secretario del Ayuntamiento igual de perdido, Cecy Ramírez es más bien un fantasma que no se ve por ninguna parte. Si alguien la ubica, que le avise; está más perdida que un machiguera en un mes. Guasave es un municipio donde la ineptitud se ha convertido en la norma, con calles que parecen más un campo de batalla que una vía pública. La gente se queja de la falta de servicios y de seguridad, y la administración está tan ausente que podrían haber puesto a una pinche escoba a gobernar, y la escoba probablemente haría un trabajo mejor.

Luego está Juan José Ríos, un municipio que parece sacado de un cuento de terror. Sin servicios públicos, con calles hechas un desastre y una presidenta que da más pena que orgullo. Esta persona no tiene ni la más mínima idea de lo que significa administrar un pueblo. La gente de Juan José Ríos está atrapada en un mar de incertidumbre, y la administración actual no hace más que reforzar la idea de que este municipio fue un error de la cuarta transformación. La única vez que se ven mejoras es cuando las lluvias provocan “lagunas” en las calles, lo que se ha convertido en una atracción turística más que en un problema a resolver. Y no es un chiste: Juan José Ríos está destrozado en todos los sentidos. Mi solidaridad con mis amigos que ahí habitan.

No podemos dejar de mencionar ElDorado, donde la única noticia que ha resonado es que finalmente lograron ser municipio después de casi 50 años de intentos. ¿Y qué han logrado? Un alcalde que, aunque bonachón, no aporta nada más que buenas intenciones. Lo que era un municipio agrícola y pesquero se ha convertido en un lugar olvidado, donde nadie quiere poner un pie. La única razón por la que se habla de El Dorado es por su nombre, y no olvidemos la estupidez del verde en su intento de lamer suela; querían poner el nombre que evoca a Andrés Manuel López Obrador. Irónico, ¿verdad? Porque en lugar de brillar, ahora solo sirve para recordar a todos lo que se perdió en el camino.

Y, por supuesto, no olvidemos a Mazatlán. Ah, Mazatlán, donde todo el mundo decía que Estrella Palacios sería la mejor presidenta municipal. ¡Qué chiste tan malo! La soberbia de esta mujer le quedó grande, y la ciudad es un reflejo de su ineptitud. El malecón es lo único que se salva, porque de ahí en adelante es un desastre. Las calles son un asco, el drenaje apesta y la presidenta se la pasa tomando selfies en lugar de atender las necesidades de su pueblo. Es como si hubiera olvidado que su trabajo no es solo posar para la cámara, sino cuidar de una ciudad que se está desmoronando. Tener tres alcaldes no es nada bueno, porque recuerden que ahí dísque gobierna Estrella Palacios, su mariachi y su papá, Renato Palacios, sí, ese mismo que en la UAS es muy bien recordado, y no por cosas buenas.

Finalmente, hablemos de Escuinapa, donde el doctor Víctor Díaz Simental, un hombre que ha luchado por ser presidente municipal, ahora se encuentra en un municipio en el abandono total. Su gabinete cambia más rápido que un chisme en el pueblo, y la situación es un cochinero. Los pescadores y luchadores locales, que han dado todo por su tierra, se sienten traicionados por autoridades que no hacen nada más que llenarse los bolsillos. Escuinapa, que solía ser un ejemplo de esfuerzo y trabajo, ahora es un triste recordatorio de cómo la cuarta transformación ha fallado en cumplir sus promesas.

Así que, queridos lectores, estos municipios son un claro ejemplo de cómo la cuarta transformación ha traído más problemas que soluciones. Si no se ponen las pilas, terminarán siendo recordados como los lugares donde la ineficiencia y la soberbia reinan. La pregunta es: ¿cuándo van a dejar de hacer el ridículo y empezar a trabajar?

Todo esto, según yo, el Goyo310… Y como no son los únicos municipios, en la semana seguiremos con más, porque quizás uno o dos se salvan, o quizás ninguno. ¡Qué jodidos estamos los sinaloenses! ¡Fugaaaaa!

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