Noroña lloró, Alito pegó y la política mexicana se convirtió en un ring de barrio.

Pues sí, plebes, ayer el Senado de la República, o más bien su versión pirata, porque ya ni se respeta la sede, se transformó en un espectáculo digno de feria de rancho. Imagínese usted, discursos altaneros, mentadas de madre, putazos en vivo y, como premio mayor, una casita de 12 millones que huele más a bronca que a nueva.

El protagonista principal, el eterno franciscano de cantina, Gerardo Fernández Noroña, ese que se llenaba la boca con la austeridad, que se cagaba en la Casa Blanca de la gaviota y se carcajeaba de la Casa Gris de los juniors de la 4T, pues salió con su propio palacete de lujo. Y no cualquier choza, 12 meloncitos dicen. Según él, fiada, hipotecada, casi casi rifada en tanda de vecindad. Sí, cómo no.

Pero ahí no paró el show. Resulta que al terminar la sesión apareció en escena el otro impresentable, el mismísimo Alejandro Alito Moreno. Ese que convirtió al PRI en circo, y ni siquiera en circo de carpa grande, sino en carpa barata de esos piratas. Pues el hombre, que ya traía rato con fama de vendido, cobarde y arrastrado, ayer se quitó la máscara de gatito y sacó garras de tigre, o por lo menos de gato rabioso.

Que le arrimó tres cachetadas a Noroña; muchos pedían una por cada millón que cuesta la casita. Y dicen que hasta le dijo en la cara “te voy a partir tu madre”. Y lo peor, o lo mejor según quién lo vea, es que el tal Noroña se dobló, se encogió y hasta lágrimas soltó, como niño al que le escondieron el trompo.

Escena ridícula, pero efectiva. Porque aunque nos duela aceptarlo, ayer Alito ganó reflectores. Mediáticamente, el PRI muerto revivió un poquito nomás por el madrazo. Muchos, que por cierto, algunos hasta votaron en contra del tricolor y que lo odian y lo ven como la plaga que enterró al tricolor, por unas horas quisieron abrazarlo y hasta darle un beso por haber puesto en su lugar al gritón profesional de la 4T.

Y es que, siendo honestos, ninguno de los dos debería existir en política. Noroña presume humildad y vive como rico. Alito presume liderazgo y enterró a su partido. Uno chillón, el otro ratero. Uno hablador, el otro traidor. Pero en la pelea de ayer hubo un claro ganador: Alito Moreno. No porque sea bueno, sino porque se cansó de ser visto como culón.

Mientras tanto, la 4T se hace bolas con su lema de no robar, no mentir y no traicionar, y Noroña quedó exhibido como todo lo contrario. Ahí se los dejo: 12 millones pesan más que cualquier discurso de pueblo. Y aunque le duela al llorón del Senado, ayer la política mexicana se redujo a esto un ring de barrio donde el que pega primero, pega dos veces.

Y para los sinaloenses queda la estampa de Paloma Sánchez, la que parecía muñequita de tablero de carro viejo que nomás mueve la cabeza con cada frenada. Cada que hablaba Alito en conferencia, ahí estaba ella, asintiendo como si entendiera, cuando en realidad no sabía ni qué pedo estaba pasando. Quizás pensando en cómo llegar a alguna colonia de Culiacán para la foto, porque no conoce ni el estado que sueña gobernar. Pero eso sí, mueve la cabeza pa’ arriba y pa’ abajo como plebe que apenas aprende a manejar y no suelta el freno.

Así quedó el show: Noroña, hipócrita fifí disfrazado de revolucionario; Alito, ratero de tiempo completo (según los morenistas) que ahora se hace pasar por valiente; y Paloma, la muñequita de tablero que no habla ni opina, pero sonríe y asiente como si le fueran a pagar por aplausos.

La política mexicana ya no es debate ni propuesta; es circo barato. Es cachetada, lágrima, sonrisa fingida y muñequitas moviendo la cabeza. Y aunque usted no lo crea, de este espectáculo el único que ganó fue Alito, el mismo que destazó al PRI, pero que ayer, con un par de madrazos, se metió de nuevo en la conversación nacional.

Así es este país, plebes: aquí los hipócritas lloran, los rateros se disfrazan de valientes y los adornos sueñan con gobernar.

Todo esto, según yo, el Goyo310.  

¡Fugaaaaaaaaa!  

Y que alguien le apague la luz de esta carpa porque México ya parece feria eterna de pueblo jodido.

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