“Cada generación piensa que puede ser más inteligente que la anterior”, Aldous Huxley (1894-1963) Novelista, ensayista y poeta inglés.
Inquietudes
El arribo de Omar García Harfuch, acompañado de los titulares de Sedena, Marina y Guardia Nacional, marcó una nueva revisión a la estrategia de seguridad en Sinaloa.
El encuentro con el gobernador Rubén Rocha Moya y con representantes del sector empresarial buscó no solo exponer resultados, sino también escuchar de primera mano las inquietudes de quienes viven diariamente el impacto de la violencia y la inseguridad.
Las cifras presentadas por el secretario de Seguridad no son menores: mil 710 detenciones y 3 mil 500 armas aseguradas, equivalentes al 20 por ciento de las incautaciones nacionales.
También se destacó la entrega de 100 patrullas a la Policía Estatal para reforzar su capacidad operativa.
Sin embargo, el contraste es inevitable: mientras las estadísticas muestran eficiencia, la percepción ciudadana continúa siendo de vulnerabilidad.
En Culiacán y en el resto del estado, la violencia no ha dejado de marcar episodios de alto impacto.
El valor de la reunión radica en el reconocimiento de que la seguridad no se mide solo en números, sino también en la confianza que los distintos sectores depositan en las instituciones.
Los empresarios han insistido en que se requieren condiciones estables para garantizar inversión y crecimiento, mientras que la ciudadanía espera que los operativos conjuntos se reflejen en calles más seguras y no únicamente en comunicados oficiales.
Los altos mandos militares y de seguridad coincidieron en que aún hay trabajo por hacer. Esa admisión resulta significativa: aceptar que los logros no son suficientes es el primer paso para no caer en el triunfalismo.
La deuda pendiente sigue siendo clara: reducir la brecha entre los resultados que se presentan en las mesas de seguridad y la experiencia cotidiana de quienes habitan en Sinaloa.
En ese punto radica el verdadero desafío.
No basta con detenciones y decomisos, por más relevantes que sean.
El éxito de la estrategia se medirá en la capacidad de transformar esas cifras en una percepción tangible de seguridad para la población.
Hasta entonces, cada visita del gabinete federal será recordada más por los discursos que por los cambios en la vida diaria de los sinaloenses y no como paseos de funcionarios federales.
RETO
En Culiacán se acaba de anunciar una alianza entre el Ayuntamiento y la Universidad Autónoma de Occidente, esto plantea objetivos ambiciosos: aprovechar la infraestructura universitaria, fortalecer la vinculación académica y cultural, y sumar a los estudiantes en proyectos comunitarios. Sobre el papel, la propuesta luce prometedora.
La pregunta es si logrará trascender la inercia de los convenios protocolarios.
La integración de los universitarios en celebraciones como el aniversario de la ciudad, la Feria Internacional del Libro o festivales locales puede darles un nuevo aire a estos espacios. Además, el puente hacia instituciones federales como el Cenart o la Cineteca Nacional abre una oportunidad inédita para los jóvenes de Culiacán.
El riesgo, como ocurre en muchos convenios de este tipo, es que las buenas intenciones queden atrapadas en la foto de la firma y no lleguen al terreno práctico.
Por parte de la UAdeO, el modelo FLEX —clases híbridas que combinan lo presencial y lo virtual— muestra un esfuerzo por adaptarse a los nuevos tiempos.
Ese mismo enfoque podría darle viabilidad a los acuerdos con el municipio: innovación y flexibilidad que deriven en beneficios concretos para la comunidad.
Más allá de la retórica, lo esencial es medir resultados. ¿Habrá más espacios de formación y cultura accesibles para la población? ¿Se traducirá esta alianza en empleabilidad, movilidad académica y opciones reales para los estudiantes?
La respuesta marcará la diferencia entre un convenio que se recuerde como un acto simbólico y otro que logre incidir en la vida de la ciudad.
Y ese es el reto.
SOBRE EL MUERTO
El próximo 21 de septiembre, mil 400 militantes del Partido Acción Nacional en Mazatlán elegirán entre dos aspirantes: Laura Delia Gavica y Nadia Haydeé Vega.
A simple vista, se trata de un proceso rutinario de relevo en la dirigencia municipal, pero en el fondo la elección se convierte en un termómetro del estado real en que se encuentra el blanquiazul en uno de los municipios más importantes de Sinaloa.
Las dos candidatas representan perfiles y posturas distintas frente al futuro del PAN. Gavica apuesta por reposicionar al partido con miras al 2027, planteando la necesidad de construir una oposición sólida ante la fuerza que mantiene Morena desde el gobierno.
Su discurso enfatiza organización y firmeza, aunque el reto mayor será transformar esa narrativa en estructura y presencia territorial, un déficit que Acción Nacional arrastra en Mazatlán desde hace varios años.
En contraste, Nadia Vega centra su mensaje en las irregularidades internas, particularmente en el manejo del padrón electoral.
Su denuncia sobre supuesta manipulación de militantes exhibe un problema recurrente en el panismo: la fractura entre grupos y el cuestionamiento de la legitimidad en sus propios procesos.
Si esas prácticas se confirman o persisten, difícilmente podrá hablarse de una dirigencia fortalecida, sin importar quién resulte ganadora.
El dirigente saliente, Evaristo Corrales, afirma dejar un comité sólido y en mejores condiciones, pero la elección de este domingo será la que revele si realmente hay cohesión interna o si el partido seguirá atrapado en disputas que lo debilitan de cara a la contienda del 2027.
En Mazatlán, el PAN enfrenta una paradoja: mientras busca reposicionarse como alternativa electoral, sus propios procesos internos reflejan carencias de organización, credibilidad y unidad.
El desenlace del 21 de septiembre no solo marcará quién encabezará el comité municipal, sino también si el panismo local logra dar señales de renovación o confirma que sus mayores adversarios siguen estando dentro de sus propias filas.
NOMBRAMIENTO
El nombramiento de Patrón Rosales, ratificado por la Procuraduría Agraria Nacional y respaldado desde la Presidencia de la República, coloca en un puesto clave a un personaje con trayectoria diversa: regidor, dos veces diputado local, empresario y fundador de Morena en Sinaloa.
Su perfil, sin embargo, plantea preguntas inevitables: ¿se privilegió la representación política sobre la especialización técnica en temas agrarios?
El campo sinaloense atraviesa un escenario complejo.
Los conflictos por la tierra, la incertidumbre jurídica de ejidatarios y comuneros, así como la necesidad de garantizar certeza en procesos de regularización, demandan funcionarios con capacidad de gestión y conocimiento profundo del sector.
La Procuraduría Agraria, históricamente, ha sido vista más como una oficina de trámite que como un verdadero instrumento de defensa campesina. Romper con esa percepción será uno de los principales retos de Patrón Rosales.
Su primera gira de trabajo en Escuinapa apunta a un intento por mostrar cercanía con los productores desde el arranque.
No obstante, la eficacia de su gestión dependerá de la habilidad para transformar esa cercanía en soluciones tangibles: agilizar procedimientos, dar certidumbre jurídica y acompañar con resultados a los núcleos agrarios que durante años han sentido que las instituciones les dan la espalda.
El nuevo titular llega con capital político y respaldo federal, pero también con la expectativa de un sector que ya no se conforma con discursos.
Si logra consolidar una Procuraduría más activa, con rostro cercano y capacidad de respuesta, su nombramiento podrá justificarse más allá de los equilibrios partidistas.
De lo contrario, su paso por la institución será recordado como un relevo más en una dependencia que sigue sin cumplir a cabalidad su misión de ser defensora del campo
marcoantoniolizarraga@entreveredas.com.mx
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