Rocha no puede,Presidenta Claudia no sea indiferente con Sinaloa… por Enrique Corrales

El próximo 14 de octubre, Sinaloa cumple 195 años de historia. Sus calles como nunca antes se convirtieron en el escenario de un referéndum popular, un grito ensordecedor de una sociedad harta. Según mediciones de dron, 58,983 sinaloenses salieron a exigir la paz en el estado y de paso la renuncia del gobernador Rubén Rocha Moya. Nunca antes en nuestra historia tantos ciudadanos se habían congregado para repudiar a un gobernante. La razón es simple y brutal: sus pésimos resultados tienen al estado de rodillas.

Pero el gobernador se niega a irse. Se aferra al poder mientras el estado que juró proteger se cae a pedazos. Y aquí es donde la tragedia se convierte en un insulto. Versa el dicho popular, “no tiene la culpa el indio, sino quien lo hace compadre”. La Presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, en un acto de ceguera o complicidad, exculpa al gobernador. Señala que la crisis de seguridad que nos ahoga no es su responsabilidad.

Es muy posible que la doctora Sheinbaum desconozca el artículo 71 de la Constitución de Sinaloa, que detalla, sin lugar a dudas, las obligaciones del gobernador en materia de seguridad y gobernabilidad. Pero si aceptamos su argumento, si Rocha no es el culpable, entonces la responsabilidad tiene un solo nombre y apellido: Claudia Sheinbaum Pardo.

No hay nadie más.

Si el gobernador es una figura decorativa, incapaz de actuar, es la Presidenta quien tiene en sus manos las herramientas del Estado para imponer el orden. Ella podría, si quisiera, solicitar al Senado de la República la disolución de los poderes en Sinaloa, dar un golpe de timón y encargarse directamente de una crisis que su gobierno ha ignorado. Pero no quiere. No le interesa. Al parecer, el estado que tan generoso fue con ella en las urnas hoy no merece ni una migaja de su atención.

Los datos de este desastre son irrefutables y fueron el motor de la histórica manifestación convocada por más de 36 organizaciones civiles. En lo que va del año, Sinaloa cuenta 1,900 muertos y 2,800 desaparecidos. La economía, antes pujante, está en ruinas: se han perdido más de 40,000 empleos y han cerrado sus puertas muchas empresas. Los sinaloenses no solo exigen paz; exigen auxilio económico, condonación de impuestos, de cuotas al IMSS y de pagos de luz para poder sobrevivir al abandono gubernamental.

La gente ya no confía en su gobernador, a quien acusan no solo de ser incapaz, sino de mentir deliberadamente sobre la situación que aflige a Culiacán, Navolato y tantos otros municipios. Por eso, el clamor en las calles fue dirigido a la única persona que puede cambiar el rumbo.

Como cantaba el gran José José, el amor acaba. El idilio electoral de Sinaloa con la Presidenta ha terminado. Hoy, los sinaloenses claman su ayuda directamente, sin intermediarios. Ella sabrá si el amorcon amor se paga, o si prefiere seguir castigándonos con el látigo de su indiferencia. El México bronco ha despertado en Sinaloa, y no piensa volver a callar

Presidenta haga algo por favor, Sinaloa se lo agradecerá o demandará.

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