En el circo de la política mexicana, donde los escándalos son más comunes que los tacos en un buen puesto de Sinaloa, la reciente liberación de Israel Vallarta es un espectáculo que no se puede ignorar. Después de casi 20 años tras las rejas, el hombre sale libre y, mientras todos aplauden, Morena parece estar más interesada en tomarse unas vacaciones mentales que en enfrentar sus propios problemas. Y no, no me refiero a unas vacaciones en el hermoso puerto de Vallarta, sino a unas vacaciones de la realidad, como si el caso de Vallarta pudiera hacer que la gente olvide lo que realmente está pasando con Adán Augusto López.
La presidenta Claudia Sheinbaum, con su sonrisa de campaña, se lanza a celebrar la libertad de Vallarta como si hubiera ganado el sorteo del avión presidencial. “¡Miren qué bien, qué justicia!”, dice, mientras el pueblo se rasca la cabeza preguntándose si realmente están celebrando la justicia o solo están tratando de tapar el sol con un dedo. Y claro, su liberación es un triunfo y un grito de justicia que debe ser escuchado. Pero aquí está el detalle: mientras todos están ocupados hablando de Vallarta, el escándalo que rodea a Adán Augusto se está cocinando a fuego lento, como un buen pozole en la olla.
Adán Augusto no es cualquier figura; es uno de los grandes pilares de Morena, y su situación no puede pasarse por alto como si nada. La estrategia de Morena parece ser bien sencilla: mientras todos miran hacia la liberación de Vallarta, ellos quieren que nos olvidemos de que Adán Augusto está en medio de un torbellino. ¿Qué tal que se tomen unas fotos sonrientes con Vallarta, como si se fueran de vacaciones al sol, mientras el otro está en la cuerda floja? Es un intento descarado de desviar la atención, y la gente no es tan tonta como para no darse cuenta. Al final del día, la liberación de Vallarta es importante, pero no podemos dejar de lado el desmadre que se está armando con Adán Augusto.
La historia de Vallarta es trágica y digna de una novela. Fue un montaje policial que lo metió a la cárcel durante años, y su liberación debería ser un grito de justicia que retumbe en todo México. Pero en lugar de ser un triunfo absoluto, se convierte en una herramienta para que Morena se quite el polvo de encima y se haga la vista gorda sobre los problemas que tienen en casa. Mientras Sheinbaum se llena la boca hablando de justicia, Adán Augusto está lidiando con acusaciones que podrían hacer tambalear todo lo que han construido.
Es como si Morena estuviera esperando que el caso de Vallarta sirviera de cortina de humo. “Mira, aquí tenemos a Vallarta, celebremos su libertad y olvidemos lo que pasa con Adán”, parecen estar diciendo. Pero la realidad es que la gente está más despierta que nunca. Nadie se traga ese cuento de que todo está bien porque un personaje salió libre. La política no funciona así, y menos en un país donde la corrupción es un tema del día a día.
Y aquí es donde entra el humor negro, porque la situación es verdaderamente absurda. La jugada de “vacaciones” de Morena, utilizando el caso de Vallarta como un escudo, es como si estuvieran tratando de organizar un tour turístico por la justicia. Mientras todos celebran, Adán Augusto sigue siendo un tema candente. Su conexión con el crimen organizado es algo que no se puede barrer debajo de la alfombra, por más que quieran hacer como que no pasa nada. Las “vacaciones” políticas de Morena están lejos de ser una solución, y el pueblo no es tonto.
La liberación de Israel Vallarta es un paso importante, pero no es el único tema que necesita atención. Si Morena quiere salir adelante, tendrá que enfrentar sus propios fantasmas en lugar de esconderse detrás de un caso que, aunque valioso, no puede borrar la realidad de lo que está sucediendo con Adán Augusto. Las vacaciones pueden sonar bien, pero la política mexicana no se trata de tomarse un descanso cuando los problemas están llamando a la puerta. Es hora de que se pongan a trabajar y dejen de tratar de engañar a la gente con distracciones.
La historia de Vallarta es un recordatorio de que la justicia a veces llega con retraso, pero eso no significa que debamos perder de vista los escándalos que se cuecen en la cocina de Morena. Las “vacaciones” políticas que intentan vendernos son solo una ilusión, y la gente está más que lista para desenmascarar las maniobras que intentan distraer de lo que realmente importa. Así que, mientras celebran la libertad de Vallarta, no perdamos de vista que la política no se trata solo de fotos bonitas y sonrisas; se trata de justicia, rendición de cuentas y, sobre todo, de no dejar que los problemas se hundan en el fondo del océano de la impunidad.
Todo esto, según yo, el Goyo310… nadie merece lo de Vallarta, pero tampoco una Barredora Fugaaaaaa.